– Yo aprecio únicamente a las mujeres virtuosas o a las que se entregan abiertamente a los placeres de la vida.
– Como yo -ha replicado Wanda bromeando- ¿Pero es que no ves que la mujer sólo puede hacer eso en muy contadas ocasiones? La mujer no puede ser ni tan jovialmente sensual ni tan espiritualmente libre como el varón; el amor de la mujer es siempre un estado mixto de sensualidad y de inclinación espiritual. Su corazón aspira a encadenar duraderamente a un varón, mientras ella misma está sujeta a cambios. Y así se introduce en su hacer y en su ser, casi siempre contra su voluntad, una discrepancia, se introducen la mentira y el engaño. Y esas cosas estropean su carácter.
Cartografías
Hace 4 años
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