Ama

8 de junio de 2012
Ama de sí misma. Ama.

Dueña de las riendas de su vida. Elije.

Enseña con el ejemplo, ni una palabra. Danza.

Es y existe. Come, sueña, coje, ríe, canta.

Ella es...

Milonga IX

27 de marzo de 2012
Creo que voy aprendiendo. Me mantengo en mi respiración, en el presente. No proyecto, no deseo, no prefiero. Simplemente me dejo guiar como hoja al viento.

Sin querer, ni dejar de querer, me encuentro una vez mas en la milonga. Bendita como pocas.
Me encuentro en una mesa con un amigo de corazón y una amiga de otras vidas. Levanto la mirada y te veo, una vez mas, en el lugar donde nunca te espero, pero siempre estas.

La orquesta expresa su primer suspiro, una promesa exquisita... y no puedo más que dejar mi copa y abrirme a lo que va a venir. No tengo idea, eso es lo más maravilloso, solamente me concentro en no interferir con lo que va a suceder, que no se que es...

Siento sus ganas, giro para mirarlo y me está buscando. Abrimos la pista, una vez mas.

Cosas que se repiten, pero que aparecen como algo totalmente nuevo ante mis ojos. Ya no está esa calentura, esa histeria, ese ego... mi corazón se expresa con sus marcas, y cada segundo es una oportunidad para crear algo nuevo, algo bello. Cada tanto me pregunto que verá la gente, si vera dos cuerpos, o verá todo lo demás. Pero rápidamente olvido todo eso y regreso al centro. Su cuerpo, nuestras respiraciones, mi corazón en expansión.

La melodía me da vida, la energía de la orquesta me atraviesa y juega libremente con mis pies, mis manos, mis caderas, mi pecho. ¿Que siento? Mi corazón responde fiel a cada sonido, sin dudar, sin tartamudear, responde claro y preciso, llano, entregado a la escucha del momento presente.

Una vez más, es puro amor lo que sucede. Entre tango y tango volvemos a nosotros, nos miramos y nos reímos sin poder creer lo que sucede. Volamos, lejos, entramos en un mundo secreto en el que no hay acceso para nadie mas que para nosotros y claro, la música...

Eso es todo, eso es suficiente. Volvemos a la realidad de la mesa, a la charla cotidiana. Fue suficiente, eso fue todo. Pero aparece él y lo pone en duda.
-¿Estás muy cansada para seguir? Pregunta.
-Siempre puedo ir un poco más allá, respondo.

Cuando parecía no haber lugar, aparece un nuevo abrazo. Otra película. Otra entrega. Otra forma. El mismo corazón, abriéndose hacia lo desconocido. La incertidumbre jugando entre mis tacos.

Sólo resta decir que esta noche toqué el cielo con las manos, o mejor dicho, con los pies.

Gracias. Gracias. Gracias.

Milonga VIII (Fire)

31 de enero de 2012
Otro lunes en el mismo lugar. Con sólo escuchar a la orquesta en vivo, la noche está hecha, pero Buenos Aires ofrece mucho más al que sabe buscar.

Al primer compás un amigo me mira y pregunta: -¿Abrimos la pista?

No tengo que contestar, mi cara lo dice todo. Al siguiente compás ya estamos listos para el viaje.

Felicidad, plenitud, si existe, esto es.

En el primer movimiento siento todo; percibo el estado de ánimo de ambos, los tonos musculares, hasta los pensamientos y emociones. Él propone y yo me dedico a hacer a la vida mas bella de lo que ya es. En este instante me olvido de todo. Problemas, obligaciones, deberes, proyectos, ideas, todo se funde en el momento presente, y lo único que existe es el acá, el ahora.

Entre tango y tango él me saca la ficha y por un segundo vuelvo a mi otra realidad, la que es dual y temporal. Inmediatamente suena el siguiente tango y volvemos al vuelo. Olvido todo y me entrego.

Esto es casi, casi, mejor que el sexo, pienso. Un lenguaje compartido, danza improvisada, un abrazo en movimiento, un juego con reglas y desafíos, propuestas y respuestas... no hay palabras que puedan decirlo. Magia...  La música golpea y la energía va subiendo, él se pone violento y me desafía a seguirlo, como de costumbre, subo la apuesta y lo sigo. Veo chispas salir del piso, me veo acariciándolo en una pasada y arrancándole la ropa en un giro. Siento su mano en mis caderas, manejándome a su antojo.

Pero no... seguimos enteros y vestidos, frente a la mirada de todos.

Milonga VII

25 de enero de 2012
¿Es posible enamorarme y perder la cabeza durante los tres minutos que dura nuestro abrazo? Tu movimiento, minúsculo, casi imperceptible, se lee gigante por mi cuerpo. Tu respiración es una tormenta, y cada insinuación es una declaración eterna.

Entre abrazo y abrazo nos reímos, porque lo que vivimos parece de otro universo. ¿Seguimos aca en la tierra? Por un momento parece que si, pero al regresar el fino hilo del violín elevamos vuelo hacia lo inconmensurable. El piano nos cuenta chistes, el bandoneón nos abre el pecho, la voz del cantante nos toca el alma. Inhalo y el mundo se detiene, exhalo... y vuelvo a ser.

Incansables, se unen nuestros corazones en el latido que marca la música. Y bailamos durante horas, comprobando una vez mas, que el tiempo es ilusión.

Al final nos abrazamos, desconcertados, porque no vamos a volver a vernos hasta quien sabe cuando... días, meses, años. Son las reglas del juego. No hay apego, no hay más deseo que ese momento. Nuestras miradas se cruzan, por última vez, y se cuentan cosas que ni nosotros sabemos.