Instinto

27 de junio de 2010
Me percibís extrañamente calmada y en orden, inmutable. Cada movimiento que ves en mí empieza y termina con toda su ceremonia. No me altero por los estímulos del afuera, la gente habla, camina, grita…y ves como nada de eso modifica mi semblante. Una segunda mirada, inquisidora, percibe algo nuevo. Tus ojos, guiados por tu curiosidad, comienzan a romper el velo de mi expresión y creen encontrar algo. Deseo. Latiendo desde lo más profundo, bordeado de mi piel, retenido por las facciones de mi rostro y mi cabello severamente sujetado en un rodete perfecto. Un deseo que ha logrado un equilibrio para mantenerse justo al filo del abismo. Sujetado por mi collar, mis aros y mis pulseras. Un deseo al que quizás un estímulo oportuno podría hacerle perder aquel balance y desatar así, quien sabe con que consecuencias, un volcán de furia infinita.
Te preguntas si lo que ves es real o si es una proyección de tu propio deseo. ¿Habrá verdaderamente alcanzado esa mujer la paz absoluta, o es que encierra una violencia tal que ha preferido mantener reservada? Y si así fuera ¿qué podría suceder si aquella violencia se desatara?
Mientras tejés estas dudas me seguís observando, me medís, me tanteás con el objetivo de conocerme. Yo sigo inmutable, inmóvil, soberbia, y comienzo a sentir tu propio deseo, latiendo, creciendo, tu deseo de romper todo lo correcto que hay en mí y darlo vuelta mil veces. El caprichoso deseo de corromperme, simplemente por el hecho de no soportar ni un segundo más mi carácter sublime. Te percibo y me sonrío, un poco porque me divierte tu empeño, otro poco porque encontré con quien jugar mi juego. Estabas en lo cierto. Por dentro mi deseo me desborda, mi instinto se filtra por mis poros, por mis ojos y mi boca. Mi violencia está amarrada con lazos de seda a mi cuerpo, y el más mínimo roce lograría desatarla.

Cierto

22 de junio de 2010
No todo es blanco o negro, también hay grises.

En el tintero...

16 de junio de 2010
Noches como hoy, donde mi corazón se abre de par en par
siento que podría tocar el borde de lo infinito.
Cuando recuerdo lo aprendido entorno las ventanas de mi pecho,
y en ese cerrar se desvanece lo divino.

¿A quién me abro, a vos o a la vida misma?
No hay temor en abrirme a la vida. Me abro a la vida...
Dejo algo de mi corazón en vos, porque te amo.
Alegre, ingenua, felíz y devota; te Amo.

Con valor, siendo responsable de este acto.
Se que te amo y entiendo
que ese sentir no es mío,
ni tuyo,
ni nuestro.

Me rindo a vos, desde donde estoy, como puedo, como se hacerlo.
Te doy todo lo que puedo darte, felíz.
Mi corazón despierto corre, salta, grita.
¡Me rio a carcajadas!

Soy una niña, tonta y feliz de ser tonta.
Inocente, juguetona y tonta...

Que no.

11 de junio de 2010
Cuando sentimos en el cuerpo que algo no va, no va. No hay mucha vuelta que darle. Luego aparece el miedo y nos paraliza.

Lo importante es que esa certeza interna ya sembró una semilla. La mente tiene mil trucos para engañarnos, pero las tripas no mienten.

Hoy decidí que no. Con dolor, con miedo, pero con la paz y la libertad que me produce serme fiel a mí misma.

El amor (II)

7 de junio de 2010
No quiero ser esclava de mis palabras, ni de mi imagen.
No voy a darte lo que esperás de mí. Voy a dar lo que tenga para darte.

Y si seguimos juntos será porque vibramos juntos,
porque tenemos de la vida una visión similar.
Y si cada uno se abre a su propio camino,
sabré abrazarte, dejarte ir y sabré llorar.

El amor es lo que tengo para dar, es lo que soy.
Ni lo que quiero ser, ni lo que quiero que me des.
El Amor se Es y se Da.
El Amor se Es y de Da.

Hacete cargo

5 de junio de 2010
Toda adicción tiene una subida y una bajada. Y cuando el exceso de lo sublime se da vuelta, la angustia es tan dolorosa.

Necesito, para vivir, drama y poesía, disfruto en el extremo de lo inimaginable, y me entrego.

-Bancatelá entonces.

-Sí, me la banco.

Adicción

2 de junio de 2010
Como las cosas que dejan de ser de un día para el otro, y vuelven a serlo, sin saber bien por qué; volví al ruedo de las miradas, los códigos y los abrazos. Del amor de tres minutos. Del proponer y el disponer. De dejarme llevar, de dejarme ser.
Y recordé ese júbilo en tensión, esa hermosa sensación de caminar bajo la luna yéndome a encontrar con un montón de desconocidos que van a encontrarse conmigo. Ese no saber que va a pasar, quién va a estar, esa promesa de que sin querer y sin saber, todo puede cambiar...

Ser feliz por tres minutos, y olvidarme del mundo en los brazos de alguien más.


Horas mas tarde...

La copa vacía, los pies latiendo, ya es tiempo de emprender el regreso. El taxista me cuenta que en sus tiempos las mujeres se peleaban por bailar un tango con él. Llego a casa cansada pero con el corazón despierto. Camino hacia el cuarto contenta, disfrutando de cada segundo antes de sumergirme la cama. Dejo los zapatos, elegante elemento de belleza y tortura, y antes de cerrar los ojos me doy cuenta... tengo que cuidarme de esta adicción nocturna e intangible, porque en su momento de esplendor me hace sentir que me da todo, y al llegar a casa veo que realmente no me deja nada, más que el deseo de que llegue la próxima noche y la luna me invite a bailar en los brazos de algún desconocido.