Sabe la noche cuanto tiempo estuve en silencio… sabe cuanto esperé para volver a sentir la vida dentro de mi cuerpo.
Siempre intuí que algo estaba dado vuelta en el mundo, algo estaba oculto, existía un gran secreto del que nadie hablaba. Años y años de enseñanzas morales, religiosas, milenios tapando la esencia de lo humano. Bajo esta tierra yerma existe fuerza, la fuerza creadora que nos hizo, la que nos dio la existencia. Ella late dentro de cada uno de nosotros, y está censurada desde hace mucho tiempo. La siento, ¿la sientes? Es el impulso de todas las cosas. Tiene un ritmo que no cesa, no se agota. Los tambores suenan fuera y dentro de los cuerpos, los cueros vibran, como las carnes. La danza se hace infinita, y ya no existe el tiempo, estamos dentro de un espacio común, juntos, vibrando, danzando, gritando, viviendo. Los pies tocan el suelo, y lo golpean para despertar el núcleo vivo de la tierra. Se despierta…
¿Dónde estas? Te siento en todos mis actos, y no dejo de sentirte. Todo lo que hago tiene tu esencia y tu aroma. Nada importa, todo es importante, nada es trascendente. Hoy me siento viva, muy viva. Las cosas cotidianas son meditadas, todo tiene sentido, el amor esta en todas las cosas. Estoy enamorada de la vida, y la vida esta enamorada de mí. Siento mi cuerpo vivo, caliente, mojado.
En un momento de completo vacío, tengo el deseo de salir corriendo hacia algún lugar desconocido.
… … … y encontrarme tras la sombra, desnuda y vital, única… … …
Como alguien una vez dijo: armo y desarmo, y ahí esta mi arte…
Silencio, vacío, espacio eterno e infinito que se abre ante mis piernas. Camino lleno de destino, infranqueable y hermoso.