Me pongo el conjunto nuevo, para cambiarle la connotación, y le agrego ligas negras de red. Él hace los tragos y saca la correa, con voz suave y firme me ordena que vaya a buscar hielo para los tragos, gateando. Me doy cuenta que gatear me excita de una forma incomprensible...
Al regresar me acomodo en mi cucha, disfruto en ese momento del silencio más absoluto, de la calma de estar a sus pies, de la promesa latente de una noche lúdica, algo perversa e inolvidable.
Suena el timbre. La persona que esperábamos está del otro lado. Respiro hondo y cierro los ojos. Siento algo de nervios, pero el deseo de jugar es mucho mayor, y los nervios desaparecen cuando la puerta se abre. Ahora soy una niña en una juguetería, o parecido.
Y mientras se adentra la noche voy descubriendo una nueva forma de meditar además de la danza...
Cartografías
Hace 4 años
1 comentarios:
me excitó mucho este breve relato
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