–Llamáis cruel -replicaba con viveza la diosa del amor- a lo que en realidad constituye la sustancia de la sensualidad, la sustancia del amor jovial, a lo que es la naturaleza de la hembra, que consiste en entregarse cuando ama y en amar todo aquello que le gusta.
– ¿Hay, para el amante, crueldad mayor que la infidelidad de la amada?
–¡Ay! -replicaba ella-, nosotras somos fieles mientras amamos, pero lo que vosotros nos exigís es fidelidad sin amor y entrega sin placer. ¿Quién es, pues, cruel, la mujer o el varón..?
– Os agradezco esa lección que acabáis de darme, pero lo que no podéis negar es que el varón y la mujer son enemigos por naturaleza, y que el amor los une por un breve tiempo, haciendo de ellos un único ser, para luego desunirlos todavía más; y quien entonces no es capaz de imponer su yugo… pero eso lo sabéis vos mejor que yo… quien entonces no es capaz de imponer su yugo, sentirá pronto en su nuca el pie del otro.
– O sea, que ahora sois mi esclavo sin ilusiones y yo, a cambio, os pisotearé sin piedad. ¿Aún no me conocéis? Sí, soy cruel… ya que tanto os gusta esa palabra… ¿y es que no tengo derecho a serlo? El varón es el que desea, la hembra es la deseada, esa es su única, pero decisiva ventaja; merced a la pasión del varón la naturaleza lo ha entregado a la mujer, y la que no sabe convertir al varón en su súbdito, en su esclavo, incluso en su juguete, y que no sabe a la postre traicionarlo entre risas, no es una mujer inteligente.
– Esos principios vuestros, Madame… -objetaba yo indignado.
– Estos principios míos -respondía ella con su sarcasmo- se basan en una experiencia milenaria. Cuanto más fácil se entregue la hembra, tanto más pronto se volverá frío y dominador el varón; pero cuanto más cruel y desleal sea ella, cuanto más despiadadamente juegue con él, cuanto menos compasión muestre, tanto más excitará la sensualidad del hombre y más amada y adorada será por él. Así ha sido siempre.
Extraído y resumido de "La Venus de las Pieles", de Leopold Von Sacher-Masoch