¿Crees que aferrándote a tus seres queridos o a tus objetos, lograrás poseerlos para siempre? ¿Crees que esto depende de vosotros, de sus deseos y necesidades? Pues yo os digo que lo que es suyo, con vosotros se quedará, y lo que no es suyo, seguirá su camino, y lo único que os lograrais aferrándose a ello es el padecimiento de la pérdida.
Si amas a alguien bríndale todo lo que esté a tu alcance, para que su vínculo esté lleno de alegría y abundancia, no seas mezquino. Pero si este amor tiene que partir, deja que abra sus alas con libertad, no lo ates ni lo condenes. Y abre tus alas también si eres tu el que tiene que irse.
Si quieres alguna cosa cuídala con esmero, pero el día que ésta no esté, pregúntate, ¿qué es lo que gano con lamentarme? Y si lográis ver que sólo ganas sufrimiento, no te aferres a lo que fue, mejor enfrenta con valor el presente, que tiene mucho por ofrecerte.
Yo os digo que se entreguen devotamente a quienes aman, y que cuiden como oro a todas sus pertenencias, sabiendo que nada de eso os pertenece realmente. Y cuando esto que amáis ya no esté con vosotros, no cedan ante la tentación del sufrimiento gozoso que genera el apego, más bien usen con virtud la energía y el tiempo que les ha sido brindado.
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