Una vez más, voy a sentarme a observar los movimientos hasta que alguien me invite a participar de ellos.
La música penetrará por mi piel hasta tocar mi corazón y encenderlo, nuevamente.
Magia.
Agradezco. Respiro este aire nuevo y conocido, rodeada de gente y de nadie, sintiendo cada momento como único e irrepetible, y por eso tan bello.
Allí me encuentro, me desencuentro, y en mi ritmo vuelvo a encontrarme...