Otro lunes en el mismo lugar. Con sólo escuchar a la orquesta en vivo, la noche está hecha, pero Buenos Aires ofrece mucho más al que sabe buscar.
Al primer compás un amigo me mira y pregunta: -¿Abrimos la pista?
No tengo que contestar, mi cara lo dice todo. Al siguiente compás ya estamos listos para el viaje.
Felicidad, plenitud, si existe, esto es.
En el primer movimiento siento todo; percibo el estado de ánimo de ambos, los tonos musculares, hasta los pensamientos y emociones. Él propone y yo me dedico a hacer a la vida mas bella de lo que ya es. En este instante me olvido de todo. Problemas, obligaciones, deberes, proyectos, ideas, todo se funde en el momento presente, y lo único que existe es el acá, el ahora.
Entre tango y tango él me saca la ficha y por un segundo vuelvo a mi otra realidad, la que es dual y temporal. Inmediatamente suena el siguiente tango y volvemos al vuelo. Olvido todo y me entrego.
Esto es casi, casi, mejor que el sexo, pienso. Un lenguaje compartido, danza improvisada, un abrazo en movimiento, un juego con reglas y desafíos, propuestas y respuestas... no hay palabras que puedan decirlo. Magia... La música golpea y la energía va subiendo, él se pone violento y me desafía a seguirlo, como de costumbre, subo la apuesta y lo sigo. Veo chispas salir del piso, me veo acariciándolo en una pasada y arrancándole la ropa en un giro. Siento su mano en mis caderas, manejándome a su antojo.
Pero no... seguimos enteros y vestidos, frente a la mirada de todos.
Cartografías
Hace 4 años